sábado, 3 de octubre de 2015

Minería en América Latina


ü  Actividad tradicional en muchos países desde la época colonial y precolonial
REGIONES Y PRODUCCIÓN
ü  ESMERALDAS: Colombia ( región de Cundinamarca)
ü  SALITRE: Norte de Chile; fabricación de ácidos, fertilizantes, vidrios y esmaltes.
ü  LITIO: 99 de las reservas mundiales en la región de la Puna ( Argentina, Chile y Bolivia)
ü  NIOBIO: 98 % de las reservas mundiales: industria del acero y aeropespacial
ü  BAUXITA: Macizo de Guayania
ü  COBRE: Bolivia, Chile y Argentina: Andes Centrales y Aridos.
ü  ORO Y PLATA: Bolivia: Andes Centrales. Argentina: Andes Aridos.
ü  URANIO: Mendoza: Yacimiento de Sierra Pintada
ü  MARMOLES: Sierras Pampeanas Y Tandilia.
COMBUSTIBLES
ü  Venezuela: Lago Maracaibo
ü  México: Golfo de México
ü  Bolivia: Límite con Argentina ( prov de Salta) GAS NATURAL.
ü  BrasiL. 2007 descubrimiento de pozos en el mar a la altura de Río de Janeiro y Espíritu Santo.
ü  Argentina:

 Noroeste ( Salta)
Cuyo ( Nendoza)
Neuquina ( Neuquen)
Patagonia: Golfo de San Jorge y Estrecho de Magallanes.

CUENCA NEUQUINA: RECIENTE YACIMIENTO DE VACA MUERTA
v  1.000 MILLONES DE BARRILES DE PETRÓLEO DE LOS CUALES 750 MILLONES ES PETRÓLEO NO CONVENCIONAL ;  es decir está atrapado en rocas poco permeables lo cual impide el movimiento del fluido. Requiere de una tecnología que no se posee en el país , de allí la alianza con la empresa Chevron de EEUU que es junto con China de los países que disponen de este tipo de tecnología , por poseer en sus territorios importantes yacimientos no convencionales.
v  En cuanto al gas natural, manteniendo el ritmo de consumo argentino, este yacimiento dispone de reservas para 350 años de gas para nuestro país.
v  La explotación de este yacimiento es vital para nuestro abastecimiento energético y pasar a ser un país exportador de petróleo en un mundo donde se carece del combustible.

Actividad
Construye un mapa minero, creando tus propios símbolos cartográficos para cada mineral/combustible, ubicando la información precedente en un mapa de continente americano.

martes, 25 de agosto de 2015

Mapa de la cuenca del salado y obras realizadas



Los arroyos porteños



Debajo de las calles de Buenos Aires, bajo los asfaltos, baldosas y edificios, corren silenciosos los arroyos porteños. El Maldonado y el Vega hoy son los más famosos. El Medrano, el White, el Ochoa-Elia, el Cildañez y otros esperan subterráneos el momento de demostrar que siguen vivos. “Buenos Aires creció con una actitud de negación de la naturaleza, como si la ciudad fuera una cosa distinta que el campo”, me dice Antonio Elio Brailovsky, escritor y economista especializado en historia ambiental. Me explica que la decisión de entubar los arroyos es coherente con la idea de usarlos como cloacas. Se me ocurre que siempre imaginamos a la Ciudad plana como una mesa, sin relieves, y sin embargo tiene puntos altos y bajos, cuencas que desaguaban en los antiguos arroyos y bajos que siempre se inundaron. La topografía porteña se borró de nuestra memoria, así como también lo hicieron sus arroyos (hoy entubados) y sus zonas inundables. Antes, el valle de inundación del Riachuelo, por caso, tenía nombre y apellido: Los Bañados de Pereyra. Fueron secados a principios del siglo pasado y, el arroyo, entubado.

“El comportamiento de un arroyo entubado es peor que a cielo abierto, porque libre, el curso de agua no tiene obstáculos y entubado sí”, asegura Brailovsky, y agrega que al entubarse desaparece de la vista su zona de desborde natural. “Se hizo para esconder las zonas de riesgo y generar valorización inmobiliaria”, aclara. El famoso arroyo Maldonado, entubado entre el 29 y el 33, fue uno de los límites porteños hasta 1887, cuando se anexaron como barrios los pueblos de Belgrano y Flores. Pero cuando se fundó Buenos Aires por segunda vez, el límite Sur era un pequeño arroyo, el Zanjón de Granados, también conocido como Tercero del Sur. El límite norte era el Zanjón de Matorras (o Tercero del Medio). El Manso corría por donde está la avenida Pueyrredón y fue el límite occidental de la ciudad por mucho tiempo. La geografía era cosa de todos los días.

Buenos Aires esconde muchos arroyos aún. En el Norte, el arroyo White corre bajo las calles Campos Salles y Rubén Darío, en Núñez, y desemboca en la Ciudad Universitaria. Este curso se llamó Cobos y de los Membrillos a principios del siglo XX. Además, cerca de allí corre el arroyo Medrano, bajo las avenidas Ruiz Huidobro y García del Río. En el Sur, el arroyo Ochoa-Elia cursa entubado bajo Nueva Pompeya hasta el Riachuelo. Y otros seis pequeños arroyos hacen lo mismo bajo la La Boca y Barracas.

A fines del siglo XIX, por detrás de la Estación Constitución nacía el arroyo Granados, bajaba por la calle Perú y continuaba por Bolívar, se unía a otros arroyos y terminaba en el Río de la Plata. El Matorras nacía en Independencia y Entre Ríos, formaba una laguna y bajaba por Talcahuano para terminar en otra laguna que se llamaba Zamudio y ocupaba lo que ahora es la Plaza Lavalle, para desembocar luego al Río bajo lo que hoy es el Microcentro. Otro arroyo con lagunas y bañados era el Manso, que nacía de dos lagunas ubicadas en el área de Venezuela y Saavedra, corría por 24 de Noviembre, Corrientes, cruzaba el barrio del Once y salía por Sánchez de Bustamante hasta Palermo.

“Ninguna obra soluciona el problema de las inundaciones definitivamente”, me dice Brailovsky y pienso que habría que aprender a convivir con ellos, cambiar códigos, crear zonas inundables sin viviendas, no hacer garajes subterráneos en áreas de riesgo y estar preparados para cuando la naturaleza reclame su lugar. “En Mar del Plata hay señalización en las zonas inundables, en Chile se educa para los terremotos –insiste Brailovsky–, aquí deberíamos tener estrategias para bajar los riesgos al mínimo”.

Fuente Diario Clarin

miércoles, 12 de agosto de 2015

Cambio climático, canales ilegales y barrios cerrados: la tragedia de la inundación


10/08/2015
Los desastres ambientales, como la inundación catastrófica ocurrida en la cuenca del río Luján en la provincia de Buenos Aires, no son fenómenos que sucedan “naturalmente”, ni son consecuencias de “designios” divinos. Ocurren por una conjunción de fenómenos meteorológicos con acciones e inacciones humanas.

Uno de los factores que influye en el desastre en la cuenca del río Luján es que aumentó la frecuencia de las lluvias intensas en la región pampeana como consecuencia del problema del calentamiento global, producido por las emisiones contaminantes de gases invernadero. Lo preocupante es que la última comunicación nacional del país a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, elaborada por científicos del Conicet y universidades públicas pronosticó que la frecuencia de lluvias podría ser aún mayor para los próximos 30 años.

Otro factor es que hay canales ilegales hechos en campos privados cercanos a la cuenca alta del Río Luján. De esta manera, los productores derivan los excesos de agua en sus campos hacia el río. Y ese caudal aumentado avanza hacia la cuenca sur, pero se encuentra con obstáculos: los territorios de humedales que servían de esponja para que el agua se escurra ya casi no existen. En 2014, 9.200 héctareas de humedales habían sido transformados en barrios privados y countries, que implicaron también la construcción de terraplenes y otras obras, que no facilitan el escurrimiento de las aguas del Río Luján, según los trabajos de Patricia Pintos, del Centro de Investigaciones Geográficas de la Universidad Nacional de La Plata.

Por el impacto de los diferentes factores, el caudal del río -que recibió lluvias intensas y aguas de los canales clandestinos, y que no pudo escurrirse en los humedales- terminó desbordándose por donde pudo. Así, afectó a diferentes poblaciones, especialmente a los más pobres, que generalmente habitan en suelos más bajos. A la complejidad del problema, hay que agregarle el “individualismo político”: los 13 intendentes de los distritos que son afectados por la cuenca del Río Luján toman sólo decisiones paliativas, como generar reservorios de agua, hacer canales o limpiezas parciales.

Por los pronósticos de los científicos, el problema de la inundación podría repetirse. Esto exige que las autoridades políticas (más allá de sus diferencias partidarias) tendrán que reunirse cuanto antes. Deberán usar el conocimiento aportado por los científicos y tendrán que abordar el problema de manera integral: hay que ponerle frenos a los canales clandestinos, limitar la transformación de los humedales que quedan, planificar mejor el uso del territorio, y desarrollar planes de prevención para que la próxima inundación no impacte dramáticamente en los más vulnerables. Será un gran desafío entre seguir cediendo al interés de los negocios privados o defender por fin la protección de los ciudadanos y el desarrollo sustentable.


Investigación de Patricia Pintos. Universidad de La Plata.